En mis estadías en India y durante todo lo que he estudiado a lo largo de los últimos 30 años de trabajo tanto personal como profesional de servicio, aprendí que un deseo se compone de tres elementos claves:
· La intención
· El esfuerzo
· La gracia divina
Me gusta comparar nuestras intenciones con una semilla. Las semillas necesitan de tierra fértil para poder crecer y desarrollarse, lo mismo sucede con nuestras intenciones debemos examinarlas, construirlas y plantarlas. Para materializar nuestras intenciones es necesario soltar cosas y dejar otras tantas atrás, las intenciones están asociadas a nuestro nivel de consciencia y liberación.
No plantarías una semillita y la revisarías cada tantos minutos para ver si está creciendo y desarrollándose correctamente… Entonces: ¿Por qué haces eso contigo? ¿Por qué dudas de tus intenciones, esfuerzos y decisiones?
Al momento de establecer nuestras intenciones es crucial no solo una confianza plena en nosotros mismos y en nuestros recursos internos, sino también confiar en el proceso en el que nos estamos embarcando. Confiar en la gracia divina, sus manifestaciones y coincidencias.
Esta es una invitación a trabajar en la expresión de nuestra gratitud, observa todo lo que ya tienes. Todo aquello por lo que hace unos años luchabas y anhelabas. Si logras expresar tu gratitud a través de tu obrar y accionar, miles de coincidencias sucederán cada vez más seguido en tu vida.
Recuerda, cuando algo sale del corazón todo los esfuerzos que hacemos son dichosos. Todo es un proceso y tomará el tiempo que sea necesario para llevarse a cabo. Quédate ahí, absorbiendo y nutriéndote de todo aquello que ha llegado hasta a ti a través de dicho proceso.
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